jueves, 8 de septiembre de 2016

UN ICONO QUE SE DISPUTA



 DANDO LA CARA A LA MUERTE

 Manuel Fernández Espinosa

Recientemente se ha destapado lo que supuestamente pudo ser un equívoco. El 18 de agosto de 1936, un sacerdote era asesinado por milicianos republicanos. El nombre del mártir era Martín Martínez Pascual y la fotografía que se ha popularizado de él es la de arriba.

La fotografía la realizó un alemán enrolado en las Brigadas Internacionales, Hans Guttman (Colonia, 28 de septiembre de 1911-Ciudad de México, 6 de noviembre de 1982). Según afirman algunas fuentes, una vez fallecido el fotógrafo en México, se procedió a ordenar su archivo y parece que, a la luz de lo que se halló, el joven sonriente de la fotografía que los católicos venimos dando por Martín Martínez Pascual no es el sacerdote martirizado, sino que -así lo afirman algunos- se trataría de un miliciano comunista alemán de la Centuria Thaelmann. Para ello, además de alegar el descubrimiento realizado en los documentos de Hans Guttman, se aporta la fotografía en la que se ve al mismo joven con mono de miliciano.


Lo del mono no tiene, como podría parecer a primera vista, nada de irrefutable. Los curas de aquel entonces no iban -en zona republicana- con sotana por la calle, por la cuenta que les traía. El caso es que, incluso admitiendo las pruebas que quieran aportarse, lo de menos es verificar si el valiente joven de la fotografía era un comunista que iban a fusilar o era el sacerdote Martín Martínez Pascual. Que al sacerdote lo fusilaron bien se sabe: los detalles de su martirio constan, por ejemplo, en "Historia de la persecución religiosa en España (1936-1939)" de Antonio Montero Moreno. La fotografía de Hans Gutmann parece que fue tomada en Siétamo o sus alrededores y Santiago Mata, historiador, pensó que el fotografiado no era Martínez Pascual, sino que era el también sacerdote martirizado Julio Bescós Torres, ecónomo de Antillón (Huesca)

Por otra parte, parece que existen otros retratos de Martín Martínez Pascual, como el que aquí abajo pongo para su comparación. Claro está que en la famosa fotografía de Guttman el joven aparece con barba y algo desaliñado, en contraste con la fotografía en la que está con sotana, pero hay que tener en cuenta que Martín Martínez Pascual -nos dice Montero Moreno: "...había logrado ocultarse en una cueva de las cercanías, y ciertamente no hubiera sido descubierto de no presentarse él espontáneamente a los que iban a ser sus verdugos. Lo que le movió no fué precisamente el bando municipal [que el comité del Frente Popular había hecho circular para que se entregaran], sino la preocupación porque sus hermanos sacerdotes carecieran en las últimas horas del Santísimo Sacramento, que él tenía habitualmente consigo por haber salvado a tiempo en el convento de las clarisas un copón con hostias consagradas." Martín Martínez Pascual fue fusilado a un kilómetro de Valdealgorfa, en el "Mas de Marcos", dando vivas a Cristo Rey. Lo interesante sería cotejar los rasgos fisiognómicos de uno y otro: con barbas y con el pelo revuelto, el joven que espera la muerte puede ser perfectamente el joven sacerdote sonriente con sotana de la otra fotografía. Pero, claro, eso es una apreciación mía particular que expertos con mejores recursos pueden verificar o refutar.


Podría ser cierto que se tratara de un error del fotógrafo. Pero lo que es incontestable es la serenidad y el valor con el que el fotografiado se enfrenta a la muerte: y da igual si éste es un miliciano alemán, Julio Bescós o Martín Martínez Pascual, la fotografía ha captado el instante en que una persona, en la flor de la vida, aguarda que se la sieguen y su entereza nos edifica.