viernes, 5 de junio de 2015

UNA SOCIEDAD DE NUEVOS PRIVILEGIADOS

 
 
PRIVILEGIA NE INROGANTUR
 
Manuel Fernández Espinosa

Cada vez que se legisla bajo el injusto título de "discriminación positiva", no nos engañemos: se está privilegiando. Se privilegia a sectores de la sociedad (grupos, ellos prefieren llamarse "colectivos") por la condición de pertenecer a una minoría a la que se supone que, debido a agravios históricos, hay que concederle una revancha sobre la mayoría.

Este principio es el más injusto de los principios desde los que se puede legislar.

Roma, madre del Derecho, escribió con letras indelebles: "PRIVILEGIA NE INROGANTUR" (Leyes de las XII Tablas, IX, I): Lo que significa que lo más contrario a todo Derecho (a toda igualdad ante la Ley) es la propuesta de leyes privadas y, peor todavía, su imposición sobre el todo social. Un grupo humano (por ser diferente a la mayoría) no puede aspirar a que se hagan leyes a su favor, puesto que conculca el principio de la igualdad de todos ante la ley.

Esto quiere decir que, si usted es homosexual (o está bizco, o es que ocurre que prefiere usted la carne al pescado...) no hace falta que nos diga lo homosexual que es usted, no se traumatice por su bizquera, tampoco se preocupe que, nadie en su sano juicio, lo vaya a mirar mal porque prefiera la carne al pescado... Relájese, tome aire, no se nos ponga histérico: una sociedad normal le garantiza que usted, en caso de que alguien se atreva a agredirlo, tiene perfecto derecho a reclamar justicia; pero -aclarémonos- el derecho a su dignidad humana y a su integridad física, no lo tiene usted por el particular de ser usted un homosexual, sino por la simple condición de ser usted un ser humano; sin que a los heterosexuales ni a nadie nos importe un pito su homosexualidad.

Pero se ha perdido el norte. Parece que, ahora, por el mero hecho de pertenecer a un grupo -si se demuestra que históricamente ha estado discriminado y, casi siempre, basta con la opinión- el grupo tiene que arrogarse la prerrogativa de tener un derecho específico sobre todos los demás miembros de la comunidad. De tal manera que nos encontramos con la paradoja de estar en una sociedad que -nos han dicho- se levantó contra los privilegios estamentales de la aristocracia y del clero, pero que llega ahora -año 2015- a la extraña contradicción de pretender imponer supuestos derechos que se adquieren por pertenecer a un grupo: un grupo que, de esta manera, queda privilegiado sobre todo el resto, poniendo a todo el resto a su merced.
 
Una sociedad que funda derechos para grupos particulares es una sociedad de privilegios. Lo de menos es que le llamen "discriminación positiva".

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