Picasso posa con la paloma original del congreso pacifista de París, del año 1949
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PICASSO Y LAS PALOMAS
Manuel Fernández Espinosa
El genial catalán Josep Plá cuenta en sus "Notas del crepúsculo" que, poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial, se hallaba él en París cuando, en el trecho que va del Bulevar Saint-Germain al de Saint-Michel, casualmente, se topó con el malagueño Pablo Picasso. Se conocían de antes y tuvieron una conversación. Lo más llamativo de esa conversación son estas palabras de Picasso:
"Gano mucho dinero, soy multimillonario y al mismo tiempo me han hecho del partido comunista. Ha sido el escritor Aragon. No creo que un artista pueda pedir más".
Con estas palabras Picasso declara que su comunismo es algo "advenedizo" ("me han hecho") y el énfasis que pone en su bonanza económica ("soy multimillonario") sitúa en primera plana lo que a todas luces le importaba a Picasso: ser rico, muy rico.
Picasso reconoce que es el surrealista Louis Aragon quien lo ha introducido en el Partido Comunista. En 1949 es Aragon quien visita a Picasso en su estudio y solicita del pintor un dibujo que pueda servir como logotipo del Congreso Mundial de Partisanos por la Paz.
En los años 50 y 60 del siglo XX Pablo Picasso participaría en varios congresos de carácter pacifista. Todos estos congresos estaban organizados por los tentáculos de la Unión Soviética en Occidente -las sucursales de la Internacional Comunista (los partidos comunistas, allí donde estaban legalizados). El pacifismo no era en Occidente sino una táctica del comunismo soviético para desarmar moralmente a los países capitalistas occidentales: Barba Azul en una guardería. Pero fueron muchos occidentales los que, por deficiencia mental o decadencia, sucumbieron a la demagogia pacifista del marxismo. El pacifismo fue difundido maquiavélicamente por el comunismo allí donde no tenían el poder, mientras que -sin vergüenza alguna (es algo que nunca han tenido)-, en los países donde ejercían su tiranía los comunistas organizaban grandes y masivos desfiles militares en los que exhibían su potencial bélico. Pero desde la Segunda Guerra Mundial (aunque existen antecedentes anteriores), el pacifismo se convirtió para Occidente en el caballo de Troya rojo. En estos congresos se popularizó la famosa "paloma de la paz". Fue un camino largo hasta que el "icono" de la paloma quedase fijado en el que a día de hoy conocemos.
Picasso ensayó varios diseños para esta organización brazo "amable" de la quinta columna comunista: el del Congreso de París 1949, el del Congreso de Londres en 1950...
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EL ORIGEN HERÉTICO DE LA PALOMA DE LA PAZ
La paloma es un ave simbólica desde los tiempos más remotos. En el Génesis leemos que Noé envió una paloma y el retorno de la misma con una rama de olivo fue la señal de que las aguas diluviales que habían anegado la tierra estaban bajando. Comúnmente -sin pensarlo bien- se ha dicho y se dice que la "paloma de la paz" (a la que podríamos llamar "imagen corporativa" del pacifismo comunista) tiene su origen en ese relato bíblico. Pero lo dudamos por varias razones.
La primera es que la paloma no ha sido nunca símbolo de la paz. Sí que podemos encontrar a la paloma -en las culturas más remotas y diversas- simbolizando el alma, cumpliendo la función de mensajera casi siempre, como símbolo de la vida eterna... Si algún elemento de los que contiene el icono pacifista picassiano pudiera representar la paz, éste sería la rama de olivo: el olivo sí que ha sido desde antiguo, en el área mediterránea, el símbolo de la paz. En la paloma de Noé la paloma es mensajera de la salvación.
En la iconografía cristiana el Espíritu Santo es representado tradicionalmente como paloma que desciende, también como flama de fuego. No creemos que el cristianismo fuese herencia que -si quería seguir siendo millonario- le interesara recuperar o reinvindicar a Picasso -y, menos todavía, para aquel auditorio de sus camaradas comunistas, ateos militantes. Pensamos que fueron otras las inspiraciones que le condujeron a pintar palomas.
Pablo Picasso, por su profesión artística, siempre anduvo a la caza de formas. El director del museo catedralicio de León, D. Máximo Gómez, ha aventurado -con argumentos sólidos- que ciertas imágenes de la Biblia mozárabe atribuida a Juan Diácono pudieron inspirar algunas figuras zoomórficas del "Guernica". Esta Biblia data del año 920, pero fue llevada a la Exposición Universal de Barcelona (1929) y a la de París de 1937. El "Guernica", por cierto, también se convirtió -al igual que la paloma de la paz- en otro icono del pacifismo comunista del siglo XX: a Picasso no pareció importarle que los aliados occidentales bombardearan la ciudad de Dresde, causando un holocausto de víctimas civiles, o que la soldadesca soviética violara en masa a mujeres alemanas mientras avanzaban sobre Berlín. Pero dejemos estas ingratas cuestiones que nos desvían de nuestra meta.
Decimos que Picasso fue siempre un buscador de formas que después incorporó a sus cuadros, reelaborándolas. En definitiva un artista plástico requiere buscar y hallar formas o pinta menos que un sastre en una comuna nudista.
El motivo que inspiró a Picasso la paloma que se convertiría en el "icono" pacifista fue la paloma cátara. La herejía cátara fue aplastada en el castillo de Montségur el año 1244. El actual neocatarismo (llamémosle así a esa herejía que algunos tratan de revivir) es una suerte de promiscua corriente donde convergen varias masonerías, el espiritismo, la antroposofía de Steiner y la gnosis (New Age): por eso no asombra al avisado que "catarismo" y "cátaros" sean asuntos que recurrentemente aparecen en las revistas esotéricas. Muchos interesados en el ocultismo (en Alemania Otto Rahn, por ejemplo) se interesaron por el catarismo y lo estudiaron, encontrando en el acervo de las leyendas del Languedoc que una paloma bajada del cielo abrió el monte Tabor, para que Esclaramonde -custodio del Grial- lo pusiera a salvo de los "demonios" (las fuerzas católicas). En la cima del monte Tabor, después de ser quemados en la hoguera los cátaros que no adjuran de la herejía, la leyenda recogida por Rahn cuenta que Esclaramonde se transforma en paloma blanca y, batiendo sus alas, marcha a Asia.
Déodat Roché, masón y uno de los máximos refundadores del mito cátaro
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Además de Otto Rahn uno de los publicistas más importantes que tuvo el catarismo fue Déodat Roché (1877-1978). Fué Roché el que fundó, poco después de la Segunda Guerra Mundial, la Société du souvenir et des études cathares (Sociedad del Recuerdo y de los Estudios Cátaros), editando la publicación de los Cahiers d'Études Cathares (Cuadernos de Estudios Cátaros). En su obra "La Iglesia romana y los cátaros albigenses" Déodat Roché se declara dualista y gnóstico. Roché fue un ocultista activo que mantuvo correspondencia epistolar con Encausse (Papus) y fue amigo del fundador de la antroposofía, Rudolph Steiner. Fue también miembro de la logia masónica "Les Vrais amis réunis" de Carcasona, perteneciente al Gran Oriente de Francia y, sin pelos en la lengua, reconoció -como Albert Pike había hecho con anterioridad- que el verdadero dios al que la masonería adora es Lucifer (gran arquitecto del universo y agente del progreso humano).
Pero, volvamos a Pablo Picasso. En el año 1904 es cuando Pablo Picasso conoce a Fernande Olivier (1881-1966). Se convertirán en amantes y convivirán en el Bateau-Lavoir de París. En el verano de 1906, Picasso y su barragana Olivier (que, por cierto, había abandonado a su marido antes de conocer a Picasso) llegan al pueblo de Gosol (Lérida), a unos cien y pocos kilómetros de Montségur, el símbolo histórico y el centro mágico del catarismo.A su vez, Gosol es un pueblo donde ha quedado la huella cátara. Aquel verano en Gosol fue decisivo para la evolución artística del pintor malagueño: empieza a interesarse por los cultos religiosos primitivos, las "religiones mistéricas" del Mediterráneo, lo que se sabe de la religión ibérica y los cultos africanos. Picasso y Olivier abandonarán Gosol, apartándose de allí cuando corre el rumor de que se ha declarado el tifus en la población. Sucede que ese mismo año 1906 se ha descubierto en Montségur una paloma cátara que pasará a la colección que Madame Fois tiene en Foix. Si no fue in situ, a Pablo Picasso no se le escaparía el hallazgo de esta paloma cátara que, muy pronto, se convertiría en un símbolo cátaro que reclamar por parte de los sectores laicistas y anticatólicos franceses. No sería la única paloma que se descubriera en territorio cátaro. Hay que decir también que ese mismo 1906 el excéntrico escritor y ocultista francés Josephin Péladan (1858-1918) escribió un libro titulado "El secreto de los trovadores", donde se presentaba el castillo de Montsegur como marco geográfico del mítico castillo de "Parsifal" y la leyenda del Grial. Péladan había fundado alrededor de su estrafalaria persona la Ordre de la Rose-Croix Catholique du Temple et du Graal y amigos de Pablo Picasso, como Erik Satie, pertenecían a este círculo ocultista: no creemos que Picasso perteneciera a la Rose-Croix de Péladan, pero la obra de Péladan no podría pasar desapercibida para un artista en París, dado el ascendiente que Péladan logró ejercer sobre los ambientes artísticos.
Una de las palomas hallas en Montségur
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Picasso mostró interés por el esoterismo, aunque no haya sido una cuestión en la que quieran profundizar sus expertos, puede que su condición pública de comunista le haya servido hasta ahora como tapadera de sus sospechosos intereses ocultistas, pero ya es la hora de descubrirlo.
En la obra pictórica de Picasso pueden adivinarse -a través de figuras y colores- mucha simbología procedente de las tradiciones esotéricas. Pero, además de eso, Picasso era consciente de su "ministerio mágico" como pintor. Podemos deducirlo de la entrevista que el 22 de julio de 1942 tuvieron Ernst Jünger y Pablo Picasso en el estudio del pintor sito en la Rue des Grands-Augustins. Jünger nos transmite la sensación que le produce encontrarse ante Picasso, es como si estuviera ante un brujo -dice el alemán. Picasso no es, como pensaba Josep Pla, un inculto: puede que ciertamente eso de que Picasso leyera a Henri Poincaré para inventar el cubismo sea una exageración publicística, pero cuando Jünger se persona en el estudio de Picasso, el pintor le pregunta por "el paisaje real" de "En los acantilados de mármol", lo cual es señal de haber leído esta novela de Ernst Jünger.
Un comentario de Picasso que registra Jünger lo dice todo:
"Mis cuadros causarían el mismo efecto si, una vez acabados, los envolviese y sellase, sin mostrarlos. Se trata de manifestaciones de índole directa".
Suponemos que, además de leer a Ernst Jünger, Picasso había leído -a tenor del descubrimiento de las pinturas rupestres de Lascaux- la interpretación propuesta por el abate Henri Breuil. La declaración de Picasso suena a un concepto mágico de la pintura por el que, pintando, se atrae o rechaza mágicamente algo... Para una mentalidad mágica, la pintura adquiere un poder capaz de destruir o proteger, sin que sea relevante o imprescindible que la pintura como tal haya sido mostrada: la pintura como "manifestación de índole directa".
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