lunes, 25 de agosto de 2014

LA ESTADOLATRÍA LAICISTA DE ORTEGA Y GASSET



EL LAICISMO CONTRA LOS DERECHOS DE LOS PADRES


Manuel Fernández Espinosa


En 1910 el filósofo madrileño José Ortega y Gasset pronunciaba en la Sociedad "El Sitio" de Bilbao una conferencia bajo el título "La pedagogía social como programa político". La tesis principal de esta conferencia se concreta en la europeización de España como solución al "problema de España". Y como tarea urgente Ortega y Gasset plantea la cuestión pedagógica: "la pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades", entendiendo que la cuestión política deviene pedagogía social. Muchos años antes de la acuñación del término "metapolítica" es como si Ortega lanzara una metapolítica cuya punta de lanza sería lo pedagógico: para europeizar España y transformarla, hasta "hacer de ella otra cosa distinta de lo que hoy es".
 
Uno de los asuntos que aborda es la polémica cuestión de la existencia de la escuela confesional (católica). La posición que Ortega defiende es la de imponer la Escuela Laica, esto es "la instituida por el Estado" y se muestra abiertamente enemigo de la libertad de enseñanza. Ortega se pronuncia con rotundidad, negando el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, con estas palabras:
 
"No compete, pues, a la familia ese presunto derecho de educar a los hijos: la sociedad es la única educadora, como es la sociedad único fin de la educación: así se repite en las aplicaciones legislativas concretas la idea fundamental de la pedagogía social: la correlación entre individuo y sociedad".
 
Con ello estaría posicionándose en contra del Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que asienta que:
 
"Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".
 
La actitud que guarda Ortega en lo concerniente a la enseñanza es coherente con el laicismo y, por ello mismo, totalitaria, así es como dice: "Para un Estado idealmente socializado lo privado no existe, todo es público, popular, laico. La moral misma se hace íntegramente moral pública, moral política". Pero, toda vez suprimida la enseñanza confesional, ¿por qué se la sustituye? Por la voluntad del Estado.
 
Es la estadolatría de Ortega, desplegada en la capital cuestión de la enseñanza. Contra la Escuela laica asestaría los más demoledores golpes dialécticos D. Juan Vázquez de Mella:
 
"...procede preguntar -decía el gran pensador tradicionalista- si debe existir una sola persona colectiva o si deben existir varias en la sociedad. Si no hubiera más que una, el Estado sería el tirano de Hobbes y Maquiavelo, o el socialismo político de la Estadolatría moderna, y las demás personas existirían por concesión suya. Y si las personas colectivas no existen más que por concesión y tolerancia del Poder, la libertad de las individuales sufre un golpe de muerte, porque si no pueden juntar sus fuerzas más que a capricho del Poder central, carecerán del derecho natural de asociación, y negado ese derecho no habría razón alguna para que no se nieguen los demás; y como ese es el medio de desarrollarlos y de protegerlos todos contra las invasiones del Poder, destruído el medio y derribado el baluarte, caerían sepultados debajo de sus ruinas y no quedaría triunfante más que una tiranía solitaria, rodeada de sepulcros".
 
(Vázquez de Mella, Discurso en el Teatro Principal de Barcelona, 24-4-1903).
 
La Estadolatría que preconiza aquí Ortega y Gasset, negando el derecho de los padres a elegir la enseñanza de sus hijos, no parece que se cohoneste con la fama que el filósofo madrileño tiene de liberal. Pero tampoco es un alarde de realismo ni de lógica. Ese Estado laico -cuyo paladín aquí es Ortega: ¿Dispone de alguna verdad, de algún principio fijo? Ortega pretende que el Estado laico imponga su enseñanza laica, anulando cualquier otra enseñanza: ¿pero "quién" o "qué" es el Estado? Si el Estado -por ser Estado- puede imponer una enseñanza sobre todos, sin respetar la voluntad de la familia, cualquiera que llegara a conquistar el Estado (a través de los medios que fueren) podría suprimir los programas de enseñanza anteriores, para implantar otros más acordes con sus intereses. De este modo podría justificarse cualquier enseñanza en virtud de que la impone el Estado, aunque los que formen el Estado hayan llegado a él usurpándolo, mediante medios violentos o fraudulentos.
 
La cuestión planteada por Ortega y Gasset a principios del siglo XX todavía está palpitando en nuestros tiempos. La solución no era, como afirmaba Ortega, la "europeización de España". La solución a la cuestión se la daba Vázquez de Mella. La libertad no puede ser una abstracción, tiene que concretarse. La institución más competente para educar es la familia, no el Estado; y como los padres no pueden instruir a los niños en todas las disciplinas, sí que han de contar con el derecho inalienable de poder elegir los centros de enseñanza que más se adecuen a sus creencias y convicciones.

El presunto liberal se mostraba así como exponente del totalitarismo estatal y pedagógico. Y el pensador tradicionalista abogaba de este modo por la libertad real. 

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