Soldados españoles, servidores de una ametralladora |
Y LA POLITIQUERÍA ENTREGÓ
Manuel Fernández Espinosa
En el tratado de paz con Marruecos de 1860 España había impuesto al Sultán
la cesión de una porción de territorio suficiente para establecer una pesquería
en la fachada atlántica del norte de África. Pero en aquellos años del siglo
XIX no se señaló con precisión el lugar para emplazar este establecimiento
pesquero. El 21 de enero de 1878 se determinó el sitio en que se levantaría
esta factoría. Sin embargo, hasta 1900 la diplomacia marroquí impidió la
legítima ocupación negociada en 1860. Y luego, los intereses imperialistas de
Francia impidieron la misma hasta el 6 de abril de 1934. En esa fecha, bajo la
II República española, el coronel Capaz dirige una expedición que desembarcó en
Ifni, estableciéndose las bases del dominio español. Bajo las órdenes de Capaz,
el capitán Galo Buyón y sus fuerzas en camello recorren y toman posesión de los
territorios de la Saguia el Hamra, alcanzando las ciudades de Smara y Guelta
Zemmur. En el sur, el teniente Lagándar recorre el Río de Oro, y las tribus
indígenas se adhieren a España. En 1939 se creaba El Aaiún.
Por otro lado, frente a las Canarias, empresarios españoles insulares habían
adquirido en 1884 la península de Río de Oro, con el fin de instalar en ella un
punto de apoyo que sirviera de plataforma a los barcos de la Sociedad de
Pesquerías Canario-Africanas. En 1887 el teniente coronel Emilio Bonelli
recorrió la costa con tres goletas y se llega a un convenio con el Chej de Ulad
Bu Sbaa, poniendo la zona de Cabo Blanco bajo la protección del Rey de España.
Después se realizaron sucesivas expediciones –la de Julio Cervera y el profesor
D. Francisco Quiroga- que asentaron la influencia española hasta las salinas de
Iyil y Adrar Temar. En 1903 España nombra su primer gobernador, D. Francisco
Bens Argandeña, que ocupó en 1916 el Cabo Juby –por lo que este cabo pasó a
llamarse “Villa Bens”. En 1920 este mismo animoso gobernador español ocupó la
Güera, en competencia con los franceses.
Así era como España, menguada a lo largo del calamitoso siglo XIX en su
antiguo poderío imperial, se iba reconstruyendo un nuevo imperio en África.
Pero la II Guerra Mundial trajo la desmoralización de las viejas potencias
imperialistas europeas que, en esa crisis política y moral, fueron cediendo
cada vez más a las reclamaciones de la Liga Árabe. Fue así como se dio una
curiosa paradoja: mientras las potencias europeas ponían en cuestión su
legitimidad sobre los territorios que hasta entonces habían dominado, los
estados árabes se crecían en sus afanes imperialistas. Francia finiquita los derechos
de Protectorado que desde 1912 ejercía sobre Marruecos. Desde 1894, con el
sultán Mulai El Hassan, en Marruecos crecía el nacionalismo, pero la política
desquiciada de su sucesor, su hijo Mulai Abdelazis, dejó Marruecos a merced de
las potencias imperialistas europeas que habían acordado en la Conferencia de
Berlín de 1885.
España poco tenía que ver con todo eso. Sus posesiones en África eran
ridículas en comparación con las que ostentaban los franceses o, dígase por
caso, los portugueses en Angola. Pero los efectos de la descolonización
posterior a la II Guerra Mundial serán los que ocasionen los primeros síntomas
de perturbación, instigados por Marruecos. El 7 de junio de 1956, Allal el
Fassi publica en “Al Alam” (portavoz del partido Istiqlal nacionalista
marroquí) un gran mapa con las reivindicaciones territoriales de lo que se hace
llamar “Gran Marruecos”. En este mapa el Sáhara occidental, parte del desierto
argelino, Mauritania, Senegal y la zona norte de Mali se señalan como
territorios a conquistar para incorporarlos al imperio marroquí. A mediados de
1955 se había constituido el “Yeis Taharir” (“ejército de liberación”) a base
de las partidas guerrilleras que habían combatido contra los franceses. Mesfiou
Ben Hammu, jefe del Yeis Taharir, con el apoyo del príncipe heredero Muley
Hassan de Marruecos, trata de establecer bases en territorio español. En 1956
Ben Hammu requiere a las autoridades españolas que le consientan visitar
nuestro territorio, a lo que el Ministro de la Presidencia Almirante Carrero
Blanco contesta: “El Gobierno no es partidario de la libertad de movimientos
del “Ejército de Liberación”, temiéndose una felonía de los marroquíes. Al
final, los marroquíes se infiltran en territorio español. A finales de 1957 se
desencadena la guerra de Ifni-Sáhara. En febrero-marzo de 1958 el llamado
“Ejército de Liberación Marroquí” fue expulsado de Ifni y dispersado mediante
una acción conjunta franco-española.
Esta guerra nunca fue declarada oficialmente ni tampoco se finalizó de
manera oficial, sin embargo España y Marruecos firmaron el 1 de abril de 1958
los acuerdos de Angra de Cintra, por los que se cedía Cabo Juby a Marruecos en
junio de 1958. Durante los años siguientes, la presión internacional
(resolución 1514 de las Naciones Unidas de 14 de diciembre de 1960 sobre
descolonización incluía a Ifni como “Territorio No Autónomo”, la resolución
2017 de la ONU de 16 de diciembre de 1965 instaba al gobierno de España a
descolonizar los territorios de Ifni y Sáhara occidental.) España parlamentó
con Marruecos y, a comienzos de 1969, se acordó devolver el territorio a
Marruecos. La bandera española se arrió de Sidi Ifni el 4 de enero de 1969,
para vergüenza de nuestra Patria. El 31 de julio la ciudad fue entregada a
Marruecos. Esta guerra causó a nuestro Ejército Español 119 muertos, 573
heridos y 80 desaparecidos. Las presiones internacionales, la política débil y
el chalaneo diplomático entregaron al enemigo lo que el sacrificio de nuestros
soldados, el derramamiento de sangre española y las penalidades habían sabido
conservar.
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