jueves, 30 de abril de 2015

FEMINISMO SIN MÁSCARAS

 
MATERIALES PARA UNA HISTORIA DEL FEMINISMO RADICAL.
Manuel Fernández Espinosa

Uno de los recursos más frecuentes de la demagogia de nuestro tiempo es aplicar con ligereza el calificativo "machista" a todo sujeto incómodo para las finalidades ocultas (inmorales e inhumanas) del feminismo más radical.


Generalmente se entiende por feminismo la doctrina social favorable a la condición de la mujer, a la que concede capacidad y derechos que habían estado reservados hasta el momento a los hombres (así lo define la Real Academia de la Lengua Española). Si sólo fuera eso no tendríamos nada que oponer. Pero el feminismo no parece, ni mucho menos, un bloque compacto. Nos asombrará la falta de solidez moral que se encuentra en sus orígenes, y nos aterrará su verdadero rostro, cuando expresa las siniestras "reivindicaciones" y "propuestas" que abriga bajo la manta sentimental de unas reivindicaciones que podrían pasar por justas. Ante un espectáculo tan infame y maligno temblarían no sólo los varones, sino cualquier mujer sensata y equilibrada.


Ni que decir tiene que si se trata de defender la dignidad de la mujer, a la Iglesia Católica no le tiene que dar lecciones nadie, pues en tiempos y latitudes donde la mujer sufría una insoportable discriminación de su género, Jesucristo dignificó a la mujer, y la Iglesia Católica, fiel Esposa del Divino Maestro, defendió esta dignidad inalienable. Documentos pontificios subrayan esta postura, y no me voy a detener en ellos.


Sólo los ignorantes rematados pueden tachar a la Iglesia Católica de "machista" o "misógina"; huelga, pues, defenderse de palabras necias a las que siempre habría que aplicar oídos sordos. Ahí están los ejemplos de mujeres católicas, y santas, que se destacaron por su fuerte carácter, y que fueron instrumentos de Dios, tantos o más válidos que los hombres. Podemos mencionar como ejemplos de cuanto decimos a Santa Catalina de Siena o a Santa Teresa de Jesús. ¿Dejó la Iglesia Católica de reconocer las virtudes heroicas de estas o de tantas otras mujeres santas? Repárese, para evitar cualquier duda, en el rango celestial que tiene la Santísima Virgen María para nosotros los católicos; por encima de los ángeles y los santos una Mujer recibe el culto de hiperdulía (super-veneración).

EL DONOSO ESCRUTINIO DE LAS PIONERAS FEMINISTAS.

Los gérmenes del incipiente feminismo se detectan en algunos de los textos de Hiller y Condorcet, autores de la Ilustración.


Se suele considerar a la británica Mary Wollstonecraft como la pionera del feminismo. Casada con el escritor político William Godwin, Mary Wollstonecraft vivió en 1790 unas relaciones adulterinas con el escritor y pintor suizo afincado en Inglaterra Johann Heinrich Füssli (más conocido como Henry Fuseli). Dos años más tarde de este idilio pecaminoso, la Wollstonecraft escribiría una obra que marcó un hito en la historia del feminismo: Vindicación de los derechos de la mujer, en cuyas páginas denunciaba las limitaciones jurídicas y sociales que según ella disminuían la libertad de la mujer. Es obvio que los motivos que le condujeron a escribir ese alegato fueron tan personales que los extrajo de su misma experiencia vital, o sea de las consecuencias de su adulterio en una sociedad que no se sonreía ante semejantes escándalos. No estará tampoco demás recordar que su amante, el pintor Fuseli ha pasado a la historia del arte como un pintor de atmósfera fantástica e incluso demoníaca, poblando sus cuadros de inquietantes demonios súcubos e íncubos y horrendas criaturas oníricas. Su pintura nos ilustra sobre los profundos conflictos sexuales que le depararon su educación protestante y su misma biografía. Tampoco se descarta su filiación a sociedades secretas de carácter ocultista.


No obstante, mucho antes del libro de la Wollstonecraft, otra anglosajona, Mary Astell, había dado el aldabonazo en las puertas de los hogares tradicionales, aldabonazo con que se presentaba el monstruo feminista que haría estragos en la civilización europea. En 1721, Mary Astell daba a luz su libro Ensayo en defensa del sexo femenino, que pasa desapercibido para el feminismo más extremista.


A lo largo del siglo XIX el romanticismo (algún día comprenderemos los daños que cierta degeneración del romanticismo ha supuesto para la civilización cristiana) acogerá el feminismo germinal del siglo XVIII, depurándolo y divulgándolo considerablemente bajo los ropajes más seductores de una mentalidad emancipatoria del género femenino que normalizara el adulterio, justificando el pecado en nombre del "amor romántico" (una fuerza irracional que arrolla todo principio moral que quiera poner frenos a la pasión y al paroxismo erótico sublimado).


Entre las figuras románticas que merecen tenerse en cuenta para conocer la difusión del feminismo entre las clases cultas se encuentra la figura de George Sand (pseudónimo de Aurore Dupin). Aurore Dupin había nacido en París en 1804 y casó con Casimir Dudevant. Después de traer dos hijos al mundo, y tras fracasar en su matrimonio, abandona el hogar conyugal para llevar desde entonces una vida itinerante y licenciosa, dedicada por completo a las relaciones adúlteras y a la literatura. Vestida como un hombre y fumando cigarros puros escandalizó a la sociedad de su época, amancebándose primero con Alfred de Musset y luego, más tarde, poniendo su paradero en nuestras Islas Baleares, donde viviría en concubinato con el compositor polaco homosexual Chopin.


Las obras de George Sand calaron una sociedad burguesa permeable al liberacionismo, una sociedad en la que el romanticismo erigía como ideal rector de la vida el amor pasional, fuente de desgarros y suicidios (no olvidemos que Las cuitas del joven Werther de Goethe marcaron a varias generaciones, inspirando multitud de suicidios entre sus crédulos lectores). George Sand produjo una dilatada obra literaria, de mucha carga autobiográfica: Historia de mi vida y un vasto epistolario titulado Correspondencia se suman a las muchas novelas donde predominan los personajes femeninos que podrían tomarse como "alter ego" de la escritora.


Los libros de la Sand llegaron a la categoría de superventas y, en manos de más de una soñadora, acarrearían infidelidades mil así como rupturas matrimoniales entre la clase burguesa que se empapaba de su literatura emponzoñada, participando de la mentalidad romántica y adoptando modelos de comportamiento novelescos. Podemos citar el caso del matrimonio del revolucionario y exiliado ruso Alexander Herzen, cuya primera esposa, lectora impenitente de George Sand, invocaba a la escritora romántica para legitimar las relaciones adúlteras con el amigo de su marido, a su vez casado, el revolucionario de vida bohemia y poeta alemán Herweght.

EL FEMINISMO SE CONVIERTE EN ORGANIZACIÓN.

A principios del siglo XX, el feminismo avanza un paso adelante con las hermanas Pankhurst que lo convierten en fuerza política patentando el eslogan: "¡Mujeres, levantaos!". Este feminismo vertebrado y organizado reclamaba el derecho a voto para el bello sexo. Es la aventura de las sufragistas de los albores del siglo XX. El feminismo una vez organizado, y robustecido por una tupida red de propaganda y agitación demagógica, emprende el combate social y político. Es la época en que se acuñan los mitos que luego pasarán al imaginario feminista que hemos heredado: las sufragistas más arriba aludidas, así como las víctimas de la fábrica textil de Chicago.


Atendiendo a las primeras fases de su historia podemos concluir que el feminismo compone un extraño y peligroso producto, obra de mujeres fracasadas en sus vidas personales que no contentas con destrozar sus respectivos hogares instigaban a la mujer a una rebelión que iba contra la familia y contra su misma dignidad. Las pioneras del feminismo no fueron otra cosa que mujeres burguesas, afanosas de experiencias siempre nuevas, que decidieron el camino del escándalo social, sin renunciar a la apología literaria de sus pecados.

EL SECTARISMO FEMINISTA DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL DE MAYO DEL 68.

Pero si dejamos atrás el feminismo arcaico, en cuyos orígenes hemos encontrado los traumas personales de ciertas mujeres fracasadas que lo dieron a luz, toca ahora aproximarnos al feminismo más reciente.


Es lo que algunos estudiosos han dado en denominar segundo feminismo, que arranca después de la I Guerra Mundial. La mujer accede al mundo universitario y adopta paulatinamente actitudes liberacionistas en lo concerniente a la vida sexual que estará presidida desde entonces para los exponentes más integristas del feminismo por la fornicación esporádica o regular prescindiendo del vínculo matrimonial. El cine exhibe nuevos modelos de mujer fatal, sensual y emancipada como es el caso de Marlene Dietrich, cuya vida es el cuadro de una vida de infelicidad, testarudamente labrada.


Pero serán los acontecimientos revolucionarios de mayo del 68 los que extenderán la permisividad moral. El campo de la psicología -sobre todo la escuela de Wilhem Reich- y la sexología más vanguardista y destructiva reivindicarán el puesto activo de la mujer en las relaciones sexuales, mientras que se niega la necesidad natural del varón para la satisfacción de la vida sexual de la mujer. Simone de Beauvoir y Anne Koedt combatirán el concepto clásico del amor conyugal. En el campo reformista militante del fenimismo hallamos a Betty Friedan, con su libro Mística de la feminidad, mientras que en el ala más extremista tenemos a Valerie Solanas y su S.C.U.M. (Society for Curtting Up Men -Sociedad para el acuchillamiento de los hombres).


Muchos de los paladines feministas que podemos ver en la televisión nos pueden parecer brujas, y si lo que nos faltaba para identificarlas como tales fuere el nexo del feminismo con la brujería pura y dura, remontémonos a 1968. El día de la festividad anglosajona de Halloween (la fiesta de las brujas) de 1968 un sector radical del feminismo norteamericano crea un grupo cuyas siglas eran W.I.T.C.H. (Women's International Terrorist Conspiracy from Hell -Conspiración Internacional de Mujeres del Infierno), que formaba a su vez, y en inglés, un acróstico traducido en español como BRUJAS. WITCH está relacionado directamente con la "Iglesia de Satán", fundada en EE.UU. por Anton Szandor Lavey que se denominaba a sí mismo el "papa negro". Lejos de ser una broma macabra los actos del colectivo WICHT no eran menos preocupantes que su nombre. La alternativa que proponían, e imponían con métodos terroristas, era todo un programa desquiciado de conjuros, rituales y actitudes sociales agresivas que transformarían a la mujer en toda una "bruja" activista capaz de liberarse de la "tiranía del varón".


Hasta ese entonces las revoluciones habían sido religiosas (Lutero), políticas (Francia en 1789), industriales... Faltaba la revolución cultural. Mayo del 68 era la novedosa expresión de la Revolución, una revolución que ponía en tela de juicio el orden moral: instituciones prestigiadas como la familia, respetada aunque a regañadientes por las anteriores revoluciones, se ponía en entredicho. Lo que prevalecía era la exaltación del individuo, de un individuo emancipado, "liberado" en todas sus dimensiones: la religiosa, las afectivo-familiares y sobre todo, la dimensión sexual: el placer del encuentro erótico se anteponía a todo afecto, sentimiento y orden natural. Huelga decir que el Santo Matrimonio no entraba en sus esquemas: ¿matrimonio? No lo querían ni santo ni civil.

NUESTRAS CONCLUSIONES.

Hemos podido acercarnos a las patéticas bases del feminismo, patéticas en tanto que no tienen un fuste racional, sino más bien "emocional" rayano en la morbosidad. Al cinismo moral facturado en los laboratorios de la Ilustración, le sigue el cuadro patológico propio del romanticismo, hijo bastardo de la Ilustración. Nos hemos remontado a la historia del feminismo y en ella nos hemos encontrado graves conflictos emocionales que van desde el fracaso hasta el histerismo. Concluimos que el feminismo es un movimiento suscitado por un puñado de mujeres que experimentaron el desastre personal de una vida matrimonial tirada por la borda, después de violar el sexto mandamiento de la Ley de Dios. Estas mujeres en lugar de arrepentirse, persistieron en su pecado, añadiendo a la lujuria y al adulterio la soberbia que no reconoce el desvarío ni el mal efectuado.


Estas mujeres quisieron justificar su "mala vida" inventándose una moral artificial en virtud de cuyos particulares preceptos podían dar libre curso a sus caprichos, siempre con las miras puestas en afianzar y extender todo lo posible esta mentalidad en la sociedad, para que sus pecados fuesen tolerados y sus vidas inmorales menos incomodadas por la moral social vigente.


El colmo de la subversión moral que supone el feminismo lo constituye el feminismo de última generación, inspirado en el pansexualismo de la generación del 68 heredera de sospechosos psicoanalistas como W. Reich y heredera de los conciliábulos satanistas en los que se practicaban rituales copulativos contra-natura. Un feminismo asistido y promocionado en muchas de las ocasiones por el lesbianismo organizado y más agresivo, que llega incluso a declarar sus intenciones genocidas -recordemos el colectivo terrorista S.C.U.M. (Society for Curtting Up Men -Sociedad para acuchillar a los hombres) de Valerie Solanas, o el más explícitamente satanista que compone el acróstico W.I.C.H.T.


Es cierto que estas son las flores mortíferas del ultra-feminismo. Pero no se podría hacer una historia del feminismo sin hacerse cargo de la existencia de estas líneas de acción, por mucho que los colectivos interesados quieran manipular la historia para convencer a las mujeres de la urgencia de subvertir todo orden natural para lograr una felicidad y una libertad que no son tales. El anarquista ruso Mijail Bakunin escribió: "Quien quiera propagar la revolución, debe ser él mismo francamente revolucionario. Para sublevar a la humanidad, es preciso tener el diablo en el cuerpo".


En buena medida, el feminismo ha conseguido sus objetivos revolucionarios: ha transformado a la mujer en una virago, y lejos de haberla hecho más libre, la ha seducido, tal y como la antigua serpiente del paraíso sedujo a Eva, para que desoiga los mandamientos de la Ley de Dios, suplantándolos por una "moral autónoma" que además de ser ella misma pecado posibilite la multiplicación del pecado, justificando los intereses egoístas más inconfesables. El feminismo ha rebajado las dignísimas funciones de la mujer y ha desfeminizado a la mujer, masculinizándola y desmaternizándola hasta la deformación más grotesca.


Estaremos en una equivocación si pensamos que el feminismo constituye el enemigo del machismo, no es más que el reflejo femenino del mismo error machista. La desviación machista, en Occidente, apenas ha recurrido a una intelectualización de sus actitudes inmorales, no podemos decir lo mismo en el mundo semítico: el Islam y el judaísmo sí que han llevado a cabo una elaboración teórica de sus sistemas de supremacía machista (podemos leer al judío Steven Goldberg, La inevitabilidad del patriarcado). La revolución transformó la guerra de clases (inventada por la izquierda radical) en guerra de razas (que la derecha gnóstica y anticristiana se apresuró a elevar como dogma), para ahora aparecérsenos como versión de la revolución en otra fingida y falsa guerra: la guerra de sexos. No seamos tan estúpidos y no caigamos en la trampa.


El feminismo es, podemos decirlo así, el auténtico enemigo de la mujer en tanto que movimiento hostil a Dios y enemigo del género humano.




Para una mejor comprensión del fenómeno del feminismo radical y sus efectos en la política, recomiendo el libro de Jesús Trillo-Figueroa, "LA IDEOLOGÍA INVISIBLE. El pensamiento de la nueva izquierda radical", Editorial LibrosLibres, Madrid, 2005.

domingo, 26 de abril de 2015

EL LADO OSCURO DE ABRAHAM LINCOLN









UN PRESIDENTE MÍTICO Y CONTROVERTIDO
 
Manuel Fernández Espinosa
 
Abraham Lincoln ha pasado a la historia universal como campeón en la abolición de la esclavitud. También sería elevado a la categoría de mito universal por su trágica muerte. Ser asesinado como lo fue siempre proyecta a una personalidad política a la Historia. Lincoln fue asesinado a manos del actor John Wilkes Booth cuando éste le disparó a bocajarro un tiro en la cabeza, mientras el político estaba en su palco del Teatro Ford. Booth gritó mientras apretaba el gatillo: "Sic semper tyrannis" (¡Con los tiranos siempre sea así!).

Desde muy antiguo, en Estados Unidos de Norteamérica se viene aludiendo -de un modo más o menos abierto- a la homosexualidad de Abraham Lincoln. En 1926 cierto comentario no dejaba lugar a dudas sobre el afeminamiento que se le reprochaba al presidente norteamericano, del que se dijo que tenía "streak of lavender" (lo que pudiéramos traducir como un "ramalazo a lavanda": era una expresión que indicaba que alguien era de la "cáscara amarga"). En el año 2005 la controversia que se había suscitado de antiguo, pero que parecía olvidada, se recrudeció con la polémica biografía The Intimate World of Abraham Lincoln (El mundo íntimo de Abraham Lincoln) del activista homosexual C.A. Tripp que parecía reclamar a Lincoln para el panteón de hombres ilustres homosexuales. En su contra esta tesis es rechazada por los que alegan que Lincoln estuvo casado y tuvo cuatro hijos. Sin embargo, los rumores sobre sus íntimas relaciones más que amistosas con muchos hombres (incluidos militares de la guardia presidencial) persisten. Pensamos que su presunta homosexualidad es lo de menos. Es más grave para nosotros algo que sí que no puede ponerse en duda: su iniciación en una sociedad secreta de la masonería del plano invisible (que, como tiene que saber el lector más lego, no es la que se dedica a los tejemanejes políticos, sino al ocultismo). Y si su homosexualidad -en términos convencionales- es debatida, el hecho de su relación con las prácticas satanistas a las que accedió en su iniciación sí que pueden corroborar su homosexualidad en el sentido que vamos a tratar de explicar.

Paschal Beverly Randolph

Para ello hemos de presentar al siniestro médico Paschal Beverly Randolph (1825 - 1875). Randolph era hijo de un americano de Virginia y una mestiza de Vermont. La infancia de Randolph, a decir verdad, no fue ni mucho menos feliz: a los cinco años murió su madre y la hermanastra a cuyo cuidado quedó el niño no le prestaba gran atención. A los 15 años se embarcó de grumete y estuvo en la marina hasta cumplir los 20. Recorrió el mundo, conoció a mucha gente y se dedicó con pasión a los libros de magia y esoterismo. California, México, Centroamérica, América del Sur, Irlanda, Inglaterra, Escocia, Francia (donde se hizo amigo del "mago ocultista" Eliphas Lévi y de Alejandro Dumas, escritor muy apegado al ocultismo), Turquía, Siria, Arabia y Egipto (donde Randolph parece que entró en contacto con sectas que practicaban la magia). Al regresar a Estados Unidos, con todo ese bagaje tan peligrosísimo, Randolph se puso manos a la obra, fundando -y siendo Gran Maestre de la misma- la Fraternitas Rosae Crucis (Fraternity of the Rosy Cross), la primera de las sociedades rosacrucianas de los Estados Unidos de Norteamérica: era el año 1858 cuando se fundó esta organización cuyos extraños ceremoniales contenían, según lo que ha trascendido, un alto contenido de magia sexual. Lincoln había conocido a Randolph años antes, en 1851: en la Guerra de Secesión el brujo Randolph fue un activista del ejército nordista para el que reclutó y organizó una legión de soldados negros. A su organización Randolph incorporaría a Lincoln y también al general E. A. Hicthcock (1798 - 1870). ¿Qué se sabe de las prácticas secretas de los miembros de la Fraternity of the Rosy Cross?

Sabemos algo de los extraños rituales mágico-sexuales que tenían lugar en el interior de la siniestra organización gracias a lo que reveló décadas más tarde una europea que se afilió a ella y que es otra ocultista satanista de primer orden: María de Naglowska (1883 - 1936). La condesa Naglowska había tratado a Rasputín y conoció la Fraternidad de Eulis (otra de las organizaciones fundadas por Randolph tras escindirse de la Fraternidad Hermética de Luxor). Naglowska también tuvo relación con el ocultista fascista Julius Evola a quien trató en Roma, muy interesado a su vez por la magia sexual. Naglowska se separó de la secta de Randolph por pensar que, tras la muerte del maestro, se habían desvirtuado sus abominables "enseñanzas" originales. La satanista se propuso restituir la magia sexual de Randolph y no dejó de escribir algunos libros como "La luz del sexo" y "El misterio del colgamiento". Gracias a esos libros podemos saber algo de lo que Randolph, Hicthcock y Lincoln realizaban en sus ceremoniales satanistas. Naglowska tendrá una importancia apenas estudiada en el arte contemporáneo: Le Corbusier y algunos vanguardistas del dadaísmo y el surrealismo no están al margen de su influencia.

Es digno de advertir también que alguno de esos rituales nefandos encontrarán cierta velada publicidad en novelas como "El golem" del ocultista Gustav Meyrink. En uno de los capítulos de dicha novela se alude, en clave, al ritual del colgamiento.

Como miembro de la Fraternidad de Randolph el famoso presidente Abraham Lincoln participó en este tipo de rituales mágicos que comprendían la realización de abominables relaciones sexuales, como las que son denunciadas en el "Apocalipsis" de San Juan, como las que cometían los antiguos gnósticos y los actuales también.

En efecto, somos de la opinión de que existe una posible homosexualidad en Lincoln -la que revelaron las investigaciones del escritor y activista homosexual Tripp -pero, en ese caso, se trataría de una homosexualidad que pudiéramos llamar la convencional y que nos podría importar poco; sin embargo, nos parece que las amistades peligrosas de Lincoln con Randolph sí que pueden indicarnos cierta homosexualidad de una índole más perniciosa y más maligna: la que realiza prácticas homosexuales con un sentido ritualista, como adoración satanista y con fines mágicos.